Una batalla tras otra: revolución en el mainstream
- Andrei Theodor Stamate

- Oct 1
- 3 min read
Un estreno de Paul Thomas Anderson (PTA) es un evento cinematográfico y su última película está siendo portada principal de taquilla

Título original: One Battle After Another
Año: 2025
Duración: 161 minutos
País: Estados Unidos
Dirección: Paul Thomas Anderson
Guion: Paul Thomas Anderson
Música: Jonny Greenwood
Fotografía: Michael Bauman
Reparto: Leonardo DiCaprio, Sean Penn, Teyana Taylor, Benicio del Toro, Chase Infiniti, Regina Hall
Género: Drama. Thriller, Acción, Comedia
Son curiosos los casos donde el cine de autor consigue elevarse a unos niveles tan estratosféricos que llega al mainstream. No es lo habitual en el cine comercial. Entiéndase este término sin ningún tipo de connotación, es decir, un tipo de cine que llega al pueblo. No estamos para juzgar si el cine comercial es peor o mejor, especialmente en las siguientes líneas y en los términos que algunos se empeñan en gritar. Que si el cine comercial es alienante de los valores norteamericanos e imperialistas, que si el cine mainstream que sale de Hollywood sigue un modelo colonialista y misógino o, directamente, que el cine americano es mucho más de derechas que el de autor europeo. Paul Thomas Anderson desafía este progresismo mediocre llevando a las pantallas de cine de todo el mundo la adaptación de Vineland, de Thomas Pynchon. Una novela ya de por sí difícil de adaptar, pero con un profundo contenido político.

Segunda vez que el director adapta a Pynchon, ya que Inherent Vice (2014) también está basada en una de sus novelas
Distribuida por Warner Bros. Pictures, el director adapta a los tiempos modernos a Pynchon para hablar de los males de su país, que acaban acaparando, por desgracia, las portadas y noticieros de los medios globales. Sabemos perfectamente quién gobierna en Estados Unidos, pero no tenemos ni idea de quién preside en Portugal. Y dentro de esta agenda setting y narrativa mediática, el director aporta su visión autoral, que consigue universalizar las problemáticas a las que se enfrenta el personaje de Leonardo DiCaprio.
La película cuenta la historia de un grupo revolucionario, los French 75, que combate el imperialismo y militarismo de un Estado protofascista norteamericano. Las metáforas son un elemento base para el guion de Paul Thomas Anderson. Y una batalla tras otra se hace incansable si no tienes un amor revolucionario, así es como Bob Ferguson (Leonardo DiCaprio) acaba por enamorarse de Perfidia Beverly Hills (Teyana Taylor). Cantaban los Chikos del Maíz en su Bolero en Berlín: “solo fuimos dos bolivarianos, que cada noche de guerra una tierra liberamos. Y bailamos, ron en mano, fumando habanos, mientras en Girón morían norteamericanos”. Y en medio de ese baile revolucionario, surge una criatura, cuya existencia cambiará por completo la vida de los protagonistas. No solo un bebé será el punto de inflexión en la vida de estos bolivarianos, sino también la atenta presencia de Steven J. Lockjaw (Sean Penn), un militar fetichista, racista y profundamente supremacista blanco, que perseguirá a estos revolucionarios hasta darles caza.

Es la película más cara del director, costándole entre 130 y 170 millones de dólares
La trama se desenvuelve sin descanso durante las más de dos horas y media de metraje. Las reflexiones políticas sobre la persecución policial fascista a las personas migrantes, niñxs incluidxs, son constantes y un eje central de las metáforas de la película, que buscan una crítica sin miedo a la actual administración trumpista. La narrativa del director, totalmente alejada de sus anteriores películas, incluye un importante componente de sátira, consiguiendo una mezcla perfecta entre humor y crítica política. Importante remarcar, como mencionaba al inicio de estas líneas, la intencionalidad del director para posicionarse políticamente en lo mainstream, situándose del lado correcto de la historia y con una visión más que esperanzadora sobre el futuro. Esta visión de la sociedad norteamericana difiere mucho de Eddington, de Ari Aster, que también intenta retratar en lo comercial la estupidez yanqui, aunque con una visión profundamente nihilista y pesimista de la vida. Paul Thomas Anderson pone todo su empeño en innovarse en lo narrativo y crear una obra frenética, con una banda sonora constante, y unos diálogos hilarantes. Las imágenes se llenan no solo de la belleza que su director de fotografía, Michael Bauman, les otorga, sino también del carisma de los protagonistas y personajes que crea PTA. Un Sean Penn dándole voz y alma a un villano representativo de la maldad imperante en la sociedad actual. Y un Leonardo DiCaprio que merece otro Oscar.
La revolución no será televisada, como cantaba el poeta Gil Scott-Heron, ni mostrada en las pantallas de cine de tu ciudad. La revolución empieza al final de esta película, saliendo del cine y pasando a la acción.




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