Blue Moon: Te quiero, pero no de esa manera
- Álvaro García- Baquero

- 2 days ago
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Updated: 1 day ago

Ethan Hawke da vida al personaje más complejo y trágico del año en el nuevo biopic teatral de Richard Linklater
Título original: Blue Moon
Año: 2025
Duración: 100 minutos
País: Estados Unidos
Dirección: Richard Linklater
Guión: Robert Kaplow
Fotografía: Shane F. Kelly
Música: Graham Reynolds
Reparto: Ethan Hawke, Margaret Qualley, Bobby Cannavale, Andrew Scott
Género: Drama
Este año el cineasta americano Richard Linklater ha traído dos obras, por un lado la esperadísima 'Nouvelle Vague' (la cual ya se pudo ver en el SEFF y tendréis muy pronto la crítica de nuestro compañero Andrei) y por otro, con muchísima menos anticipación, esta pequeña comedia dramática con un tono teatral, al estar situado en un único escenario durante la mayor parte del filme y cuyo diálogo consiste en monólogos extensos pero sin perder la intimidad del arte cinematográfico, volviendo a demostrar lo bien que se le da a Linklater hacer un equilibrio tan difícil.
La premisa es muy simple, es la noche que pasó el letrista Lorenz Hart (Ethan Hawke) en un bar tras el estreno de ¡Oklahoma!, uno de los musicales americanos más importantes de los años 40, la cual fue realizada por su ex-compositor Michael Rodgers (Andrew Scott) junto a Oscar Hammerstein II. Esta personalidad bohemia y arrogante envuelta por el alcohol, los puros y las palabras, se pasa la noche esperando a su joven amiga de la cuál está enamorado, su irremplazable Elizabeth (Margaret Qualley) junto a su bartender de confianza (Bobby Cannavale), un militar pianista (Jonah Lees) e incluso E.B. White (Patrick Kennedy).
Linklater vuelve con el 'homage' que mostró este año con su 'Nouvelle Vague' en la dirección, solo que está vez homenajea con su dirección minimalista al Hollywood clásico y de manera muy sutil, porque si bien a uno le puede dar la sensación de que la película no tiene un lenguaje visual establecido pero eso no quiere decir que no pueda ser gran cine. Como se ha demostrado en filmes como 'My dinner with André', las películas de Hong Sang-soo y sí hasta en las primeras de Linklater y muchísimas más es que la fuerza del guión y las actuaciones pueden ser capaces de llenar la complejidad e intimidad que el séptimo arte trae tanto cómo lo hacen las imágenes. Este vuelve a ser otro caso.

El reparto está fantástico, cada uno se lucen con sus personajes y todos en mayor o menos medida aportan algo, Andrew Scott, aunque tal vez no sea el actor que debería haber sido premiado en la Berlaine, da una actuación elegante pero humana y por supuesto Margaret Qualley, cuyo personaje se hablan maravillas durante toda la película da la talla y enamora perdidamente, y por supuesto el reparto de coloridos personajes en un ambiente oscuro que acompañan a nuestro protagonista, pero es este último quien brilla en este relato tan agridulce por su tono y amargo por su profundidad.
Ethan Hawke no sólo entrega la que es posiblemente la mejor interpretación del año, siendo casi irreconocible en su caracterización, sino que también encarna al personaje más emocional y complejo que se haya podido ver este año, él es quien habla durante gran parte del metraje con la misma intensidad que lo hacía André Gregory en la ya mencionada 'My dinner with André', siendo ambos unos bohemios pero con diferentes dilemas e inquietudes personales y filosóficas, eso sí mientras que Gregory se encontró iluminado, Loren por el contrario va hacia un camino auto-destructivo.
Escuchas atentamente a todo lo que el personaje tiene que decir sobre el arte, el amor y la vida, ríes y lloras con todo lo que dice este personaje quién para no aguantar el peso del silencio de su soledad tratá de hacer el máximo ruido posible, y esto funciona de manera tan espectacular gracias al impresionante, bello, gracioso, melancólico y romántico guión escrito por Robert Kaplow, digno de tanto el personaje cómo de este cineasta.
Al igual que con André Gregory, consiguen hechizarte con una persona tan arrogante, intensa, tóxica pero tan complejo, romántico y humano y cuyos monólogos son divertidos a la vez que conmovedores inspirados en las cartas reales que Lorenz y Elizabeth se escribieron.

Lorenz Hart habla mucho pero esconde muchísimo más detrás de sus palabras y su ego, él es un artista bohemio quién escribe con toda la sinceridad del mundo pero sus vicios por el alcohol y los puros es lo que llevó a romper la relación que tenía con su magistral compañero compositor, Michael Rodgers, quien procede a crear un musical que rompe con todo lo que Lorenz cree pero que en el fondo sabe que será su mayor éxito, el más grande de su carrera de hecho, aunque se vaya por los convencionalismos a la gente le encanta.
Lorenz sabe que su carrera está muriendo al igual que su arte, en el cuál es muy bueno y hasta proclama estar orgulloso pero en el fondo no es suficiente para llenar ese vacío que necesita ser embriagado de su ron favorito, lo único que lo mantiene vivo es su loco enamoramiento por Elizabeth.
Ella es una joven estudiante intelectual quién le da esperanzas por poder ser amado por una mujer tan bella a pesar de su enanismo, sus rumores de homosexualidad y sobre todo su persona tóxica, a través de ciertos momentos que pasó con ella es donde encuentra algo por lo que quedarse esta noche, es de hecho la única persona por la que está dispuesto a escuchar y cerrar la boca.
Pero uno puede ver que ella no lo quiere, no es que sea mala con él ni nada, lo estima mucho pero no puede darle ese amor que busca, entre todas las citaciones que Lorenz hace en su noche de copas una que resume a la perfección menciona como uno ama y el otro decide aceptar ese amor, ella no puede y a través de una simple conversación final casual es cuando el letrista se da cuenta de que la preciosa, alta y esperanzadora joven lo quiere, pero no de esa manera.

No hay grandes conflictos en la historia ni siquiera las discusiones más intensas pero es lo que hay detrás de ellas lo que la hace tan estremecedora, su amigo y su amor lo respetan pero acaba completamente solo, lo más triste no es que al principio desvelen su final sino que él no se acaba dando cuenta de dicha pérdida y lo único que le queda es revolcarse en sus vicios, los cuáles siempre le darán la bienvenida mientras él sigue creyendo en la esperanza del amor.
Hay una razón por la que el filme se llama como la canción del mismo nombre, fue el éxito por el que Lorenz Hart se rindió con su arte bohemio y asentó la cabeza al comercialismo, perdió a su amigo quién acabó siendo más grande que él pero al final a la gente le acabó gustando, en el fondo él culpa su éxito porque se niega a echársela a sí mismo, es la canción que más odia y a la vez la que más le representa.
Richard Linklater ha entregado una de las películas más sutiles y emocionantes del año, tal vez su mejor película desde Boyhood contado con un increíble guión y unas actuaciones magníficas de parte de todo el mundo de las cuales quien más peso carga y acaba ganando es el propio Hawke como el egocéntrico, tóxico, trágico y humano protagonista quién habla mucho en el intento de camuflar su soledad.




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