top of page

Muy lejos, mucho ruido y pocas nueces.

  • Writer: Carlos Mera
    Carlos Mera
  • Apr 18
  • 4 min read

Título original: Molt lluny.

Año: 2025.

Duración: 100 min.

País: España.

Dirección: Gerard Oms.

Guión: Gerard Oms.

Reparto: Mario Casas, David Verdaguer, Ilyass El Ouahdani, Raúl Prieto

Género: Drama | Inmigración. Trabajo/empleo. Crisis económica 2008. Homosexualidad. Fútbol


A veces, la vida nos lleva por caminos inesperados o incluso en otras ocasiones somos nosotros mismos los que buscamos esos caminos. Cambiar de entorno, dejar atrás lo conocido y comenzar desde cero puede ser aterrador, pero también profundamente transformador. Adaptarse a un nuevo mundo no significa olvidar el pasado, sino aprender a caminar con lo que fuimos mientras construimos lo que seremos. Hay dolor en soltar, sí, pero también hay libertad. En cada paso hacia lo desconocido, descubrimos fortalezas ocultas, nuevas formas de ver la vida y, sobre todo, una oportunidad de renacer.


Esa es la idea principal que el cineasta Gerard Oms busca representar con su primer largometraje: “Muy lejos”. La película cuenta la historia de Sergio, el cual viaja a Utrecht con su familia para asistir a un partido de fútbol, pero antes de coger el vuelo de regreso a Barcelona, sufre un ataque de ansiedad y decide quedarse en Holanda. Incapaz de dar una explicación coherente a los suyos, corta el contacto con su pasado, dispuesto a vivir una nueva vida y empezar de cero. A partir de ese momento, tendrá que sobrevivir sin apenas dinero y sin hablar el idioma local.


El sentimiento que predomina al salir de la sala es, sin duda, una mezcla agridulce. Es esa extraña sensación de haber presenciado algo con un potencial enorme, casi desbordante y cargada de buenas intenciones, pero también lastrada por decisiones narrativas que no terminan de cuajar. La película, aunque ambiciosa y valiente, se ve entorpecida por subtramas que no aportan lo suficiente y por ciertos agujeros de guión que, aunque pequeños, terminan pesando en el resultado final. Sin embargo, sería injusto no reconocer lo verdaderamente admirable: el sello autoral de Gerard, que resplandece con fuerza desde los primeros minutos. Un primer largometraje que desde el arranque demuestra una claridad de visión con una capacidad para sumergir al espectador en una atmósfera única, casi hipnótica. La puesta en escena está cuidada al detalle, con una sensibilidad estética que no solo acompaña a la historia, sino que la eleva, haciéndonos sentir perdidos y al mismo tiempo fascinados en ese nuevo mundo que ha construido. Hay algo profundamente personal en la forma en la que todo se cuenta, una honestidad creativa que se agradece y que logra conectar, incluso cuando la estructura narrativa tambalea. 


El corazón de la historia late con fuerza en su protagonista, Sergio, interpretado por un Mario Casas que continúa consolidándose como un actor en constante evolución. Con cada nuevo proyecto, demuestra que el tiempo no sólo afina el talento, sino que lo profundiza. Como si de el buen vino se tratase, su interpretación gana cuerpo y matices, y en esta película da un paso más hacia la madurez artística. Sergio es un personaje contenido, atrapado en su propio laberinto mental, cuya ansiedad lo envuelve y deforma su percepción del mundo. Mario logra transmitir esa fragilidad con una sobriedad admirable, sin caer en excesos, construyendo una figura compleja que se tambalea al borde del abismo emocional. Lo interesante es cómo Mario, a estas alturas de su carrera, elige personajes que le desafían desde dentro; lo hemos visto en registros tan variados como la comedia, el thriller o el cine de acción, pero hay algo especialmente potente cuando decide sumergirse en papeles más introspectivos, más íntimos, donde el actor se funde con el personaje y se alimenta de él. En este caso, Sergio no solo es el protagonista de la historia, sino también el epicentro emocional de todo lo que ocurre, su caída, su lucha interna, su redención son el hilo conductor que mantiene al espectador enganchado. Sin embargo, esta poderosa presencia también tiene su contracara: el resto de los personajes quedan inevitablemente en segundo plano. Sus arcos se sienten incompletos, casi como piezas dispuestas estratégicamente para servir de espejo o contraste a Sergio. En cierto modo, todos orbitan alrededor de él, funcionando más como herramientas narrativas que como figuras autónomas. Esto no es necesariamente un error, pero sí deja la sensación de que se desaprovecha la posibilidad de explorar más a fondo ese universo que rodea al protagonista.


Como conclusión, “Muy lejos” se presenta como una obra profundamente personal e intimista, marcada por una sensibilidad que la distingue desde su primer plano. Es evidente que estamos ante una ópera prima ambiciosa, cargada de intención y con una mirada muy propia, que apuesta más por lo emocional que por lo espectacular. En ese sentido, resulta admirable el riesgo y la entrega con la que está concebida. Sin embargo, a pesar de sus virtudes, la película no termina de alcanzar todo el impacto que su planteamiento prometía, en conjunto, la experiencia deja una sensación de tibieza, como si algo se hubiera quedado a medio camino. Es una obra que, aunque sincera y bien construida en varios aspectos, no logra ser todo lo memorable que podría y merecería ser.

Comments


bottom of page